2 jul 2014

El grado de la veteranía

El alargamiento de la vida exige adaptaciones. No es lo mismo tener 30 años ahora que haberlos tenido hace medio siglo. Las mujeres bien lo saben, que paren primerizas por la cuarentena y se estrenan de madres cuando antes estaban ya secas. La cosa, pues, se aprecia en la biología, incluido el cerebro, su plasticidad y toda esa barahúnda de sinapsis que explican un yo. No es lo mismo un cerebro actual de 30 años que el cerebro de tu abuelo cuando tenía 30 años. Ahora estamos más in fieri, sin terminar la obra, y las conductas y los juicios acentúan una deficiencia de madurez en edades que antaño correspondían ya a auténticos patres familias. Pero lo malo es que la sociedad, como en tantas otras cosas, vive de espaldas a los hechos y concede la dirección a muchos que aún no han completado su mapa neurológico.
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24 may 2014

Reivindicación del sentido del ridículo

El tiempo electoral desinhibe. Los políticos, ya en sí desfachatados a fuerza de extremar discursos y posturas, se saltan estos días el decoro y, con tal de convencer, enseñan hasta las fotos de la primera comunión. La causa exige una desnudez que los pone en evidencia: personajes públicos venidos a más que tan pronto salen asando chorizo como en confesión musitada de gustos, apetencias y antipatías. Por ceñirnos a los grandes y solo a un par de cosas: un Cañete que trataba de tapar su insolvencia oratoria con una frase zafia (¡cómo arremeter dialécticamente contra una mujer sin que te llamen machista!) y una Valenciano que sin rubor nombraba a sus ídolos (Jesucristo, el Che, Felipe González y así) y clamaba lo mucho que amaba a su marido. Oh.
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5 may 2014

El festejo de la nación y la grisura del Estado

Los hombres, para juntarse en nación, pasan mucho tiempo alimentando el sentimentalismo y su peor excrecencia: la melancolía. Luego ya se coge la prosopopeya, se aplica la falacia fisiognómica y se hace de la patria un ente con capacidad de hablar, discernir, sentir. De tanto repetir frases con la nación por sujeto, el personal acaba asumiéndolo como cosa natural, y puede así escogerse y celebrarse una fecha de fundación aproximada con el orgullo de la pertenencia y la exaltación de la tribu. Algunas condiciones parecen asumidas por todos: un territorio, una lengua y unas costumbres más o menos homogéneas, incluidas creencias y cultos. Con el tiempo se añaden mártires, patriotas primigenios y otras adherencias, hasta configurar un paisaje que salta las lágrimas y eriza el vello, con no escasa literatura de tropo almibarado.
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7 abr 2014

El mal uso del latín. Por favor, no pisen al muerto

En esto de las lenguas parece razonable estar con la idea bíblica: son una maldición. Peccati enim poena est tot esse linguas, que muy bien dijo Vives. El hombre ha debido acarrear con ellas desde bien temprano y, quizá por el viejo atasco de las comunicaciones, tuvieron que aumentar en cada barrio con tal de asegurar un mínimo de cohesión social. Con los años, ya se sabe: un mero instrumento cobra una suerte de falsa firmeza y acaba por convertirse en patrimonio, tradición y otras falacias. Luego son medio para literaturas y se confunden fácilmente con el resultado mismo de las manifestaciones artísticas, en una mezcla que termina por llevar al patriotismo. La parte final resulta bien conocida y hasta cotidiana: por todos lados aparecen las metáforas habituales que llevan de la lengua al alma de un pueblo y del alma de un pueblo al espíritu de un creador. Y así seguimos, sin poner nunca los pies en el suelo. Es decir: cualquier lengua es del todo prescindible porque todo se puede decir en cualquier lengua. Y también el latín.

26 mar 2013

De la causa al capirote

Es posible que la irracionalidad contribuya a la ilusión de vivir mejor: ese tópico del tonto feliz. Es posible que las derivadas mentales de la irracionalidad sean también productos evolutivos: la magia, la superstición, la religión parece que consuelan la soledad radical de la única especie que se piensa. Pero el funcionamiento cerebral debe impulsarnos, por deber natural, al cultivo preponderante de nuestras facultades racionales, a potenciar su uso y filtrar con ellas cuanto nos rodea. Aun cuando el conocimiento de la realidad sea a menudo tan lejano, es nuestro deber aproximarnos sin descanso, sin excusas y, sobre todo, sin la pereza de los símbolos, los tropos, las falacias causales.
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